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Una década 'salvando' historias silenciadas

  • Foto del escritor: Núria Garrido
    Núria Garrido
  • 29 ene 2018
  • 4 Min. de lectura


Cada vez encontramos menos motivos para sentarnos enfrente del televisor. Esa de las pocas rutinas que compartimos con nuestros padres. Ese momento en donde reina el silencio en nuestro salón para dar paso al programa, película, serie o informativos de un determinado canal. Ciertamente, el ritmo de nuestras vidas lleno de estrés y responsabilidades apenas deja tiempo para la que fue una verdadera revolución en el siglo XX y que hizo en su día temblar la posición de privilegio que vivía la radio. Ahora, en cambio, se encuentra nadando a contracorriente.


Asimismo, la programación actual de las cadenas privadas españolas así como de RTVE no es un atractivo para las nuevas generaciones ni tampoco para las que en su día la vieron en blanco y negro. Cadenas que osan traspasar los minutos legales de publicidad y que bajo el mismo grupo editorial ofrecen poca pluralidad (por no decir ninguna). Huimos, en definitiva, de esos programas basura que lejos de entretenernos nos dan vergüenza ajena, de repeticiones de series ancladas en el pasado hasta la saciedad, de especiales infinitos sobre la situación actual de Cataluña y de matinales en donde impera el sensacionalismo por encima de todo.


Por otro lado, es impensable entrar en alguna casa y no ver al menos alguna televisión. No obstante, la forma de consumir contenidos televisivos está cambiando a pasos gigantescos. Y es que, con la llegada de Youtube y de plataformas como Netflix o HBO el poder está en nuestras manos. Es decir, somos nosotros los que decidimos qué ver, cómo y cuándo. Digamos que nos elaboramos nuestra propia parrilla televisiva. Pero, el nacimiento de estas plataformas no está reñido con la televisión. Para nada.


Así, mientras para algunos es sagrado ir a misa los domingos, para mí es sagrado los domingos ver el programa 'Salvados' conducido por Jordi Évole. Uno de los pocos programas que me mantienen sentada en el sofá durante los 60 minutos que suele durar cada reportaje. Uno de los pocos programas, que además, optó por un horario prudente (de 21.30 a 22.30) que respeta la vida laboral y estudiantil de sus espectadores. Una decisión que hace bastante tiempo el resto de países europeos ya implantó.


Recientemente, han cumplido diez años en la pequeña pantalla. Durante ese tiempo 'Salvados' ha desnudado temas de toda índole. Sin miedo a las repercusiones. Sin silencio. Dando voz a las partes más débiles y poniendo entre la espada y la pared a aquellos que se creían impunes. Pero si hay algo que les ha dado esa credibilidad y confianza entre la audiencia es su honestidad con las historias que nos han ido contando durante estos años.


Mientras para algunos es sagrado ir a misa los domingos, para mí es sagrado ver el programa 'Salvados' conducido por Jordi Évole

Una década de preguntas y repreguntas hasta dejar en evidencia a sus invitados. De recordar, por ejemplo, que la Iglesia ha permitido en todos sus años de existencia uno de los mayores males: la violación y el abuso sexual a menores de edad. De perseguir a un señor llamado Juan Cotino por las calles de la capital del Turia después de mostrar el horror en el accidente de metro de Valencia. O incluso de engañarnos completamente con aquel 23F. Para muchos fue un escándalo, para mí una auténtica genialidad. Cómo caímos todos. Qué fácil es manipularnos.


En su último programa emitido ayer vivimos algo impensable. Hablar en 'prime time' de la 'gran enfermedad del siglo XXI': la depresión. Y lo hizo en boca de personas que la están padeciendo, la han sufrido o la han vivido en sus hogares. Porque sí. Un programa en el que los protagonistas mostraron una valentía, generosidad y fortaleza abrumadora. Un programa que nos recordó lo importante de acabar con nuestros prejuicios.


Las conversaciones entre personas anónimas es un recurso que en casi todos los reportajes el programa de la productora 'Producciones del Barrio' suele usar. Ayer, cuando los invitados charlaban nos dejan entrever lo poco que sabemos sobre las enfermedades mentales. El calvario que pasa una persona a la que le toca, por diferentes motivos, vivir esa experiencia. Y para rematar, la fragilidad del sistema sanitario público ante estos casos, teniendo que recurrir a la medicina privada para afrontar esa patología.


Diez años dando voz a las partes más débiles y poniendo entre la espada y la pared a aquellos que se creían impunes

¿Os imagináis un programa así un domingo por la noche en TVE? Yo tampoco. Hace tiempo que la televisión pública dejó de ser un referente en Europa y en donde lo poco decente se emite los lunes por la noche donde un grupo de jóvenes llenos de naturalidad luchan por sus sueños y hablan sin tapujos de todos sus problemas. Hace tiempo que los espectadores españoles echan en falta ese rol que precisamente 'Salvados' realiza.



Durante estos diez años 'Salvados' ha sabido reinventarse y sobre todo mantener las ganas de seguir viéndolo. ¿Cómo promocionamos un programa en el que vamos a hablar de la depresión? le preguntaba Évole a los protagonistas. Finalmente, una de las chicas propuso '1 de cada 5'. El título daba lugar a muchas especulaciones, pero estoy segura que nadie pensó en la depresión. Anoche lloré y me emocioné con las palabras y las experiencias de los protagonistas. Anoche dimos un paso muy grande.



 
 
 

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