Treinta y nueve
- Núria Garrido
- 7 oct 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 oct 2018

“Un hombre mata a tiros a su pareja en plena calle, atropella a su hija y es hallado muerto tras huir a Girona”. Estas palabras podrían perfectamente encajar en el inicio de una novela negra e incluso en una voz en off de una serie policíaca. No obstante, estos hechos son extraídos de una realidad de la que parece imposible deshacerse. La frase en cuestión corresponde a un titular del periódico 20 Minutos, publicado este pasado sábado. Cuesta leerlo pero todavía más encontrar el porqué.
La información del diario hace referencia a la última víctima de violencia machista que se suma a la lista de este año, concretamente a la treinta y nueve. Las cifras en este ámbito bailan tanto que incluso da miedo a escribir sobre ello porque en cualquier momento todo puede cambiar y de repente, el horror vuelve a inundar nuestras sociedades.
De hecho, podríamos estar ahora hablando de 40 mujeres asesinadas ya que un día antes se vivió un episodio parecido en Aranjuez, pero la valentía de uno de los progenitores evitó que ocurriera otra desgracia en nombre del machismo más repugnante. Así pues, gracias a la fortaleza del hijo de la víctima ambos sobrevivieron aunque no pudieron evitar que el padre les acuchillara.
Los últimos cinco casos de violencia de género no solo se han llevado las vidas de las mujeres sino también la de sus hijos. Sus autores cobardes e incapaces de aceptar el fin de una relación sentimental, actuaron de la manera más cruel posible: asesinar sin piedad a la que fue su familia y después suicidarse para no asumir ninguna responsabilidad y no evitando cualquier tipo de recriminación. Pese a todo este panorama, algunos todavía se atreven a poner en duda la versión de las mujeres o a tener la desvergüenza de decir: “Ahora a cualquier cosa la llaman machismo”. Este tipo de frases son las que nutren este círculo vicioso en el que lo estúpido le gana la partida a lo sensato. Y lo peor de todo es que esta frase cada día consigue más adeptos.
Las cifras en este ámbito bailan tanto que incluso da miedo a escribir sobre ello porque en cualquier momento todo puede cambiar y de repente, el horror vuelve a inundar nuestras sociedades
Si esto no lo consideramos una ALARMA social y un problema que incube a toda la sociedad, quizás (eh, digo yo) es que no hemos avanzado absolutamente nada. Además, tenemos otro handicap que sumar: la mala praxis de los tribunales ante muchos de estos casos, porque si algo se ha podido comprobar en estos últimos días es que se hubieran podido salvar la vida de estas mujeres. Sin embargo, los portazos que la Fiscalía ha dado (como fue el caso de Castellón) a las órdenes de alejamiento, a las denuncias, y en definitiva, a las señales por parte de la mujer de que necesitaba ayuda fue clave para dar alas al agresor y para en contraposición, dejar sin protección a la víctima. La pregunta es: ¿Cuántas mujeres más tiene que morir en manos de sus parejas o exparejas para que la Justicia empiece a tomar partido?
Los hechos sinceramente no ayudan a pensar que esta tendencia vaya a cambiar, y más, cuando hace unos días la Ser publicó en exclusiva que un juez llamó "bicho" e "hija de puta" a una víctima de maltrato. Esta situación no solo pone de manifiesto la falta de perspectiva de género que hay en los tribunales, sino la falta de educación y respeto hacia una persona que, no por voluntad propia, le ha tocado pasar por un proceso trágico.
Este es el balance de lo que llevamos de año: dos en enero, dos en febrero, tres en marzo, cuatro en abril, una en mayo, cinco en junio, seis en julio, seis en agosto y nueve en setiembre. Ojalá ninguna de ellas formaran parte de esta pesadilla.
Comments