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La superioridad moral de los ricos

  • 19 feb 2020
  • 4 Min. de lectura


Una de mis secciones favoritas del programa ‘El Intermedio’ es la que hace Thais Villas. Micrófono en mano y a recorrerse las calles de Madrid. Su frescura y naturalidad hace que sus entrevistados se sientan cómodos y se presten a su juego. Es un periodismo más desenfadado, pero igual de necesario. Villas no tiene ningún reparo en presentarse delante del Congreso de los Diputados y preguntar a los políticos que va pillando en la entrada por cualquier asunto. Preguntas que los diputados no se esperan y que tienen que responder por sí mismos sin tener que recurrir a sus discursos institucionales aburridos y vacíos de contenido. Se agradece ver a los políticos en esta tesitura alejados de las ruedas de prensa donde más bien parecen robots.


Otra de las modalidades que suele hacer Villas es la de preguntar la misma cuestión a personas que viven en barrios obreros de Madrid y a otras que viven en barrios ricos. Un experimento que, sin duda, muestra cómo de diferentes son las prioridades de los ricos y de las personas obreras. Pero, sobre todo, pone en evidencia cómo de egoístas son las personas ricas y lo alejadas que están de la realidad.


El otro día el tema que trató Villas fue la reciente subida del Salario Mínimo Interprofesional (SIM) a 950 euros que ha aprobado el gobierno. Así, mientras en el barrio obrero les parecía insuficiente esta subida (algo en lo que coincido), en el barrio rico lo veían como una catástrofe, como el fin del mundo. “Hay que pagar más a los trabajadores y eso hace que se cierren empresas” decía una mujer del barrio rico. Otra chica más joven del barrio rico también se expresó en líneas parecidas: “Es una manera de que luego las empresas nos queramos ir a otros lugares a emprender”.


Este tipo de declaraciones al final lo que demuestran es que efectivamente la subida del SIM no es un problema para nuestra economía, sino para el bolsillo de los que más tienen. Es legítimo querer ganar dinero, faltaría más. Pero es inmoral hacerlo a costa de los demás sin respetar sus derechos laborales, y, en definitiva, su dignidad. Hay una parte de la anterior declaración que habla por sí sola: “Que nos queramos ir a otros lugares a emprender”. Imagino que serán lugares donde no se respetan a los trabajadores como China, Indonesia e India. Lo conocido como deslocalización donde se explota laboralmente a menores. Porque en nuestros países vecinos el SIM está mucho más alto que en España. Por poner unos ejemplos en Francia el SIM llega a los 1.521 euros, en Bélgica a los 1.593 euros, en Irlanda a los 1.656 euros y en otros países como Luxemburgo a los 2.071 euros. Algunos solo son europeos cuando les conviene.


Es legítimo querer ganar dinero, faltaría más. Pero es inmoral hacerlo a costa de los demás sin respetar sus derechos laborales

Otra de las preguntas que formuló Villas a los del barrio rico es si podrían vivir con 950 euros al mes. De nuevo, la chica joven anterior dijo: “Totalmente. La compra es barata. El transporte público está tirado. Puedes salir a comer barato. No veo el gran problema”. Imagino que nunca se habrá visto en esa situación porque esta afirmación se me atraganta conforme la voy leyendo. Es tal su prepotencia, que solo pone de manifiesto su ignorancia. Cualquier persona con dos dedos de frente sabe de sobra que con ese salario hay que privarse de muchas cosas. Hay que apretarse el cinturón y que no está para tirar cohetes. Verse la cuenta corriente muy llena y nunca con números rojos, supongo que te nublará la vista hacia abajo. Hacia los que menos tienen. Y, por cierto, claro que puedes salir a comer todos los días con el salario mínimo. Eso sí, tendrás que ir a sitios de comida rápida. Ella no sé por qué no los visitará mucho.


La entrevista a esta chica acabó con otra reflexión: “La gente es conformista. Quiere trabajar poco y cobrar mucho. Uno cuando es joven gana menos. Si llegas a los 50 y tienes un sueldo bajo es porque a lo mejor no te has esforzado lo suficiente. La gente claro a los 30 está sin hacer nada”. Entonces, si a los 50 me desahucian es ¿por qué no me he esforzado lo suficiente no? O si, ¿a los 50 me quedo sin trabajo también será por qué no me he esforzado lo suficiente? O si, ¿a los 50 no puedo llegar a final de mes también es por qué no me he esforzado lo suficiente?


Escuchar este tipo de reflexiones cuando la precariedad laboral está marcando el día a día de gran parte de los trabajadores es una falta de respeto. Es una absoluta vergüenza. No hace falta ser un experto en economía para saber que tu sueldo no refleja para nada tu esfuerzo. E incluso gran parte de los universitarios con expedientes académicos brillantes no pueden llegar a fin de mes. ¿Es culpa de ellos también? Mi padre lleva toda su vida trabajando más de ocho horas en el campo, ¿no es eso suficiente esfuerzo?


Dicen que cuanto más dinero tienes, más quieres. Y visto las respuestas de estas personas parece que esto se cumple. Las personas con más ingresos económicos mayoritariamente se oponen a la redistribución de la riqueza y además culpabilizan a los menos favorecidos de su situación, ¿habrá algo más miserable? La pena es que los valores y la educación no se pueden comprar con dinero. Y eso, sí que es triste.

 
 
 

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