Hacienda somos todos
- Núria Garrido
- 23 may 2019
- 4 Min. de lectura

Quien más ingresa, más paga. Así funciona nuestro sistema tributario. Simple y llanamente. No obstante, en España molesta pagar impuestos y en especial a las clases más altas. De hecho, el Partido Popular y Ciudadanos llevan toda la campaña electoral propugnando que van a bajar los impuestos. Lo que se dice vender la moto. Y claro, alguien pensará: “Uff, qué alivio. Menos mal que pagaremos menos”. Pero, seamos sinceros, sin impuestos no hay ni educación, ni dependencia, ni sanidad, ni cualquier otro servicio público. Sin impuestos, no podemos mantener uno de los valores más grandes que ha conseguido nuestro país construir desde la llegada de la democracia: el sistema del bienestar. Este sistema ha permitido que tú y yo podamos estudiar en la universidad pública con independencia de nuestra capacidad adquisitiva, y que, tú y yo recibamos atención médica siempre que lo necesitemos, aunque nuestra cuenta corriente esté en números rojos.
Quien no esté de acuerdo con este funcionamiento puede irse a vivir a otros países cuyas prioridades distan bastante de las españolas. En Estados Unidos, por ejemplo, ya puedes cuidarte bien y rezar para no ponerte enfermo porque en eso caso necesitarás tener el bolsillo bien lleno para costearte un seguro médico privado. Y en el ámbito educativo más de lo mismo. Hace unas semanas salía en los medios de comunicación que más de tres millones de personas mayores seguían pagando sus préstamos universitarios, solicitados hace décadas. Una completa locura.
Sin impuestos, no podemos mantener uno de los valores más grandes que ha conseguido nuestro país construir desde la llegada de la democracia: el sistema del bienestar
Quizás para los más ricos esto no sea un problema y, por ello, aplauden y griten a los cuatro vientos que Amancio Ortega es un héroe por hacer donaciones a la sanidad pública. Quizás también olviden el pequeño detalle de que haya informes que ponen de manifiesto su evasión de impuestos. Así, según expuso el grupo de Los Verdes en el Parlamento Europeo, el grupo Inditex eludió el pago de 585 millones de euros en varios países europeos. Tampoco hace falta ser muy inteligente para saber que gran parte de la producción de Inditex está deslocalizada en países como India, Camboya o Bangladesh donde hay barra libre para la explotación laboral a menores.
Son precisamente estas cuestiones las que sustentan la base de las críticas a las donaciones del empresario gallego. Evidentemente que cualquier donación a la sanidad pública siempre es positiva, y no por ello, debo significar que nuestro sistema dependa de inversiones externas. En ese sentido, no comparto al 100% las palabras de Pablo Iglesias, pero sí las que ha dicho esta mañana Íñigo Errejón: "Antes de dejar la propina, hay que pagar la cuenta”.

Por lo tanto, cuando una persona millonaria prentenda hacer una donación no lo debería hacer en busca de un reconocimiento social, ni para escaquearse de sus obligaciones tributarias; lo debería hacer porque verdaderamente quiere contribuir y ayudar a nuestra sociedad. Es decir, bajo la idea de que su enorme fortuna puede mejorar la vida de muchas personas. Así pues, lo que algunos llaman "acciones filantrópicas" son, sin duda alguna, una cortina de humo. En estos días hemos estado hablando de Ortega pero hay muchos casos. Podríamos hablar de futbolistas, cantantes, artistas que se les llena de boca de "viva España", pero después son los primeros en hacer trampas para mantener intactos sus billetes. No hay mejor forma de contribuir a tu país, que pagando los impuestos que te corresponden.
Tampoco hace falta ser muy inteligente para saber que gran parte de la producción de Inditex está deslocalizada en países como India, Camboya o Bangladesh donde hay barra libre para la explotación laboral a menores.
Por otra parte, me parece de muy mal gusto que algunos medios de comunicación se hayan dedicado estos días a contactar con personas enfermas para manipularles y sacar titulares sensacionalistas, que al fin y al cabo, buscan el click fácil y también que Ortega no deje de ponerles publicidad en su medio. Ojalá nadie tuviera que pasar por ese proceso tan doloroso y horrible. Jugar así con las personas es de tener muy poco respeto por ellas. O, algunos, como Bertín Osborne, hace unos días en El Hormiguero (un programa que se emite en prime time) se atreviera a llamar “mamarrachos” a los que estos días han criticado la hipocresía de Ortega. Lo peor de todo es que sus palabras fueran respaldadas por un cálido aplauso del público. La verdad es que esto no se nos va de las manos.
En estos días hemos estado hablando de Ortega pero hay muchos casos. Podríamos hablar de futbolistas, cantantes, artistas que se les llena de boca de "viva España", pero después son los primeros en hacer trampas para mantener intactos sus billetes
Reconozco que es un debate delicado, complejo y muy polémico. Y que los que criticamos a Ortega en alguna ocasión hayamos comprado ropa en algunas de sus tiendas. Todos, en definitiva, en algún momento hemos contribuido a mantener este sistema capitalista que permite la explotación de las multinacionales en las sociedades orientales. Por supuesto, esto no lo voy a negar. Pero, no seré yo quien le ponga una medalla a Ortega por pagar máquinas oncológicas en la sanidad pública para lavar su imagen. Porque, para quien lo haya olvidado, Hacienda, les guste o no, somos TODOS.
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