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Cuide(mos) el periodismo

  • Foto del escritor: Núria Garrido
    Núria Garrido
  • 12 dic 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 16 dic 2018



Una de las motivaciones que me llevó a crear este blog fue el de denunciar la precariedad laboral y los abusos que los profesionales de la comunicación sufrimos. No se trataba de una opinión para desmotivar, sino para mostrar la cara oculta de muchas empresas periodísticas: aprovecharse de las ganas de la gente joven para enriquecerse con salarios miserables. Hoy, por supuesto, tampoco me voy a quedar callada después del tremendo atentado que ha sufrido nuestro oficio con la intervención judicial en el Diario de Mallorca y en la agencia Europapress.


En estos casos es precisamente cuando los profesionales de la comunicación debemos sacar nuestra faceta reivindicativa y luchadora para defender nuestro oficio porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará? Nadie porque sólo los que estamos desde dentro sabemos lo realmente importante que es esta profesión. Somos los que nos dejamos la piel cada día. Y somos, los que sabemos lo que cuesta elaborar información de calidad.


El problema es que, en ocasiones, nuestro gremio se acostumbra, en general, a tolerar determinados tratos impensables en otros países (ruedas de prensa en pantallas, sin preguntas...), y no solo eso, sino que además tardamos demasiado en reaccionar, y en decir las cosas claras. Nos olvidamos que las calles también son nuestras para mostrar que nosotros al igual que los pensionistas, los taxistas o cualquier otro colectivo laboral también tenemos nuestros problemas.

Hoy, sin embargo, la actitud de los periodistas baleares intervenidos por la justicia ha sido ejemplar. En primer lugar por oponerse a entregar al juez sus dispositivos electrónicos amparándose en su secreto profesional. Y en segundo lugar, por la gran reacción que todas las asociaciones y agrupaciones de periodistas han mostrado a lo largo del día. El compañerismo y la defensa del derecho a la información (recogido en el artículo 20 de la Constitución) nunca deben faltar. Por nosotros y por nuestra audiencia.


En estos casos es precisamente cuando los profesionales de la comunicación debemos sacar nuestra faceta reivindicativa y luchadora para defender nuestro oficio porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?

La obligación de la prensa es la de informar. Es la de mostrar a la sociedad la parte oscura que algunos pretenden hacer inaccesible. Es la de vigilar. Y sí, es la de molestar y cuánto más, mejor. Esto precisamente era lo que estaban intentando hacer los periodistas baleares que han sido intervenidos por la justicia. El diario de Mallora y Euroapress están haciendo un trabajo fundamental en uno de los mayores casos de corrupción de las islas: el caso Cursach (que investiga los lazos entre el empresario del ocio nocturn, Bartolomé Cursach y agentes de la Policia Local de Palma).


No seré yo quien juzge una decisión judicial porque no soy jurista. Pero sí seré yo la que haga un llamamiento a que se deje a los periodistas trabajar. Al igual que también siempre pediré a los lectores que nos exijan más, nos critiquen y nos pidan rectificaciones cuando sea necesario. Pediré, en conclusión, que todos cuidemos el oficio y sobre todo sus derechos y libertades.

 
 
 

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