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Así no

  • Foto del escritor: Núria Garrido
    Núria Garrido
  • 26 jul 2019
  • 4 Min. de lectura

Con este artículo de opinión no pretendo convencer a nadie. Nunca es ese mi propósito cuando escribo en mi blog, sino el de invitar a la reflexión y el de introducirme en los debates que me interesan como periodista. Nadie tiene la verdad absoluta y pretender tenerla es un error tremendo. Por ello, estoy segura que este artículo generará muchas discrepancias, y eso, me gusta. Para eso me abrí este blog (entre otras cosas). En eso consiste, al fin y al cabo, el periodismo y la democracia. En hablar, en discutir y en intercambiar diferentes opiniones.


La política es un campo muy incierto. Todo puede pasar y cambiar en segundos. Yo era de las que pensaba que ayer tendríamos un gobierno de izquierdas, que finalmente Sánchez e Iglesias se pondrían de acuerdo 'in extremis'. Como cuando ves un partido de fútbol y tu equipo marca en el último minuto, llevándose la victoria. Que se desvanecería la idea de que el trifachito podía llegar a ocupar la Moncloa. Me gusta agarrarme siempre a la esperanza, ya que según dicen es lo último que se pierde. Pero no. Me equivoqué y vaya que si me equivoqué. No voy a pararme aquí a culpar a unos y a otros, para eso ya tenéis las tertulias televisivas y los periódicos de hoy. Eso sí, lo que es innegable es que ahora mismo podríamos tener en España un gobierno progresista si Iglesias hubiera aceptado la última propuesta del PSOE. Así de fácil era. No obstante, la izquierda, y en este caso Podemos, se empeña en complicarlo todo siempre.


El Congreso de los Diputados lleva parado des del pasado 4 de marzo (cuando se disolvieron las cortes) y mientras tanto la vida sigue, y en consecuente, los problemas también. Es una gran pena que en dos meses ni el PSOE ni Unidas Podemos hayan sido capaces, no solo de llegar a un acuerdo, sino el de diseñar el programa para los próximos cuatro años. Hemos visto en directo todo lo contrario a lo que realmente significa la palabra negociar en política.


No puedo no incluir las broncas y el espectáculo entre ambos partidos. Es algo que la izquierda en general debería hacerse mirar. Mientras ellos discuten, la derecha se crece y los votantes de izquierda se indignan

El PSOE fue quien ganó las elecciones el pasado 28 de abril, pero no con mayoría absoluta. Ellos mejor que nadie sabían que necesitaban a Podemos y también seducir a otros grupos parlamentarios para sacar adelante la investidura. Se equivocaron cuando pretendieron conseguir un gobierno monocolor, aunque están en su derecho de querer tenerlo. ¿A qué partido le gusta compartir el poder? A nadie, obviamente. Pero, si ese tiempo se hubiera dedicado a consolidar una buena alianza con Podemos otro gallo cantaría ahora mismo.


Sin embargo, los socialistas solo consiguieron el 'sí' del grupo parlamentario del partido cántabro de Miguel Ángel Revilla. Eso, sinceramente, evidenció que el PSOE no se había preocupado demasiado en atender las reivindicaciones de otros partidos que sí estaban dispuestos a favorecer su investidura como el PNV o Compromís.


El problema es que los políticos se acomodan y se relajan cuando ven que queda mucho para la investidura. Y mientras tanto, van jugando y proponiendo sin tomarse nada en serio. Y de repente te plantas en el día de la investidura sin tener los deberes hechos. Esto también ha sido responsabilidad tanto de los socialistas como de UP. “Es un error no aceptar cuatro ministeriors. Tienen cuatro años de vida y tener cuatro ministerios a vuestra disposición es extraordinario”, le dijo ayer en la cámara baja Rufián a Iglesias. Y no puedo estar más de acuerdo. Podemos ha perdido una oportunidad brillante para poder formar parte del gobierno. Para facilitar, de una vez por todas, un gobierno de izquierdas. Y sí, con una buena propuesta, pero su ego le ha ganado la partida a la sensatez.


Y, ¿por qué digo que era una buena propuesta? Por lo que dijo la portavoz socialista Adriana Lastra: “¿Hay algo más de izquierdas que las políticas sociales? A usted Igualdad, Cultura, Ciencia y Universidades le pareció un jarrón chino”. Menospreciar determinadas carteras ha sido algo en lo que Podemos no ha estado acertado, y ellos lo saben. También saben que tienen 42 escaños y que no pueden pretender copar más de la mitad del gobierno.


No puedo no incluir las broncas y el espectáculo entre ambos partidos. Es algo que la izquierda en general debería hacerse mirar. Mientras ellos discuten, la derecha se crece y los votantes de izquierda se indignan. ¿Y ahora, qué? Honestamente, la situación se ha complicado bastante y no será nada fácil que el PSOE y Unidas Podemos se sientan a negociar otra vez. Hay muchas heridas y una total desconfianza entre las dos partes. Cuando en una relación hay más reproches que piropos es que algo no va bien...


La fecha límite para conocer el final de esta historia es el próximo 23 de septiembre. Si no hay acuerdo, los colegios electorales tendrán que volver a abrir sus puertas el 10 de noviembre. No sé que pasará, lo único que sé es que las gestión de las negociaciones por ambas partes ha sido desastrosa. Así no.

 
 
 

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